Capítulo 14- Nacnac apareció

El cuerpo de Marionius cayó sobre mi. Y delante de mi aparecieron Lía y Luara, sonrientes. Me aseguré de que Marionius estaba muerta, me quité el cuerpo de encima y Luara me ayudó a levantarme. Me quité el polvo de la ropa, que estaba completamente desgarrada y vi una sombra. Me asusté. Algo me atacó con un cuchillo. Me aparté y me rajó el brazo. Empecé a sangrar. Lía había cogido a la cosa que me había atacado. Era una mezcla de tigre y caballo. Me acerqué a esa cosa y le cogí las garras. Acerqué mi cara a la suya y le grité:
-¿TÚ ESTÁS LOCO?
Me miró. Dijo:
-Tú has matado a mi maestra.
-¿La hipogrifa?
-¡No! La dragona.
-No le he matado yo. Ha sido Frolmo.
-Pues me voy a matarle. ¿Os venís?
-¿SABES DONDE ESTÁ?-dijimos las tres a la vez.
-Pues si. En un castillo a un par de quilómetros. Sabéis que vuestros pueblos no ocupan toda la isla, ¿no?
-Lo sabemos. Pero no sabíamos de la existencia de un castillo.
-Está muy bien escondido. ¿Vamos?
-¿A que?- dijimos confundidas.
-A matar a Frolmo.
-Eres raro... Pero vale- dije yo.
-¡Aliara! ¡Esa cosa podría ser mala!
-Tengo nombre. Me llamo Nacnac- en ese momento soltamos una carcajada. El nombre nos parecía graciosísimo
-Yo encuentro a Atsar y le acompaño.
-Bueno...-dijo Luara.
-Si no hay más remedio...-dijo Lía.
Les abracé y fui a buscar a Atsar. Cuando le encontré le expliqué la situación y se vino con nosotras. De camino estuvimos hablando.
-¿Habías dicho que Silvermiste era tu maestra, no Nacnac?
-Si-dijo él tropezando con una raiz y cayéndose de morros. Le ayudé a levantarse. ¡Menudo aprediz tenía la otra!
-¿Y como es que sabes donde está el castillo?
-Me llevó con ella.

Y conversaciones por el estilo tuvimos durante toda la tarde. Hasta que llegamos al castillo. Estaba oculto entre muchos árboles. Era verde y marrón. Sin ventanas. De dos pisos. Rodeada por una verja llena de pinchos. Era imponente. Y estaba rodeada de ángeles oscuros.
-Bien, y ¿como lo hacemos?-dijo Atsar con una sonrisita que indicaba que disfrutaba con ese reto.
-Pues veréis...-dijo Nacnac.