viernes, 17 de agosto de 2012

Capítulo 2- Suplicio, fiesta y suplicio

Me sente en el baño, en una silla. Empezaron a tirarme del pelo para peinarme y empezaron a hablar, como siempre. Era taaaaan aburridooooooo. Me mataban. Era peor cuando empezaban a hablar de mi pelo. Y empezaron a hacerlo.
-Ai, hija, pero no te pones el champú para que no se te abran las puntas que te dimos?-dijo una, Visdy. Por si quedan dudas: NO. Me echo el de menta, que huele bien.
-Pero que mata de pelo tienes! Porque no dejas que te lo cortemos?- dijo la otra, Nusjy. Puse los ojos en blanco. Tengo que tener el pelo como mínimo a un palmo (hacia abajo) de los hombros. Si no no puedo vivir. Ellas me cortan las puntas. Y YA. Siempre lo mismo. Y... cambio de tema. Ahora sus hijos y su hermana, con la que no se llevan bien. Lógico, ella es normal. Es la madre de Atsar. Es como él, pero en chica. Bueno, viceversa. Él es como ella pero en chico. Solo que ella es muy bajita. Lo de ser alto lo ha sacado de su padre desaparecido. Demasiado alto era su padre... Eso me mata, os lo juro. Hace solo unos meses Atsar me daba capones con la barbilla. Yo le pegaba puñetazos en el estómago. Adivinad quien sufría más. En ese momento, me dijeron que echase la cabeza para delante. Me hicieron dos trenzas a los lados de la cabeza, encima de las orejas que seguían hacia atrás. Luego atrás, otra y juntaron las tres trenzas. haciendo otra trenza. Quedó super bonito, se lo reconozco. Pero me cansan igual. Después de eso estaba en proceso de morir. Encima ahora tocaba ver los vestidos. Casi me ponen uno rosa. Me las cargo si me ponen algo rosa. Al final lo conseguí, y me pusieron un vestido negro, hasta el suelo. Precioso, me enamoré. Me miraron decepcionadas. Siempre han querido vestirme de rosa. Levanté los brazos, di una vuelta y media, les miré sonriendo por encima del hombro y les dije:
-Otra vez será, chicas.
-Bueno...-dijeron a la vez-pero te pones tacones negros con purpurina plateada.
-Aj, vale. Pero con poco tacón.
Sonrieron. Al menos estaría casi tan alta como Atsar. Era fiesta del pueblo, al menos. Acababa bailando con Atsar siempre porque si bailo con otro chico mi padre le mira mal. Pero venía Luara. Wiiiii cada vez que lo pensaba sonreía. En cuanto me puse los zapatos, bajé corriendo las escaleras. La gente ya estaba ahí y yo me moderé. Me cogí de la barandilla y coloqué una sonrisa tímida en mi cara. Salí por la puerta intentando que no me parase nadie y di una vuelta por el jardín hasta encontrar a Luara. Nos cogimos de las manos Y dimos saltitos dando una vuelta. ¿Pasa algo?
-Aaah! ¡QUE GANAS TENÍA DE VERTE!
-¡Y YO! AAAAAAAH.
-WIIIIIII
¿Qué pasa? Somos adolescentes histéricas porque nos vemos poco. Entramos abrazadas y vio a Atsar.
-Oye, ¿quién es ese?
-Atsar.
-¿ESO es Atsar?
-Ajajajaja seh. ¿Le recordabas diferente?
-Poh' si.
Se me ocurrió una idea (soy lista, ¿vale?)
-A ti te gusta Atsar...
-¡No! Bueno, sí.
-Pues pídele salir, ñeñeñe.
-¿Ñeñeñe? Aj, da igual. No se...
-VE.
-Vale...
Se acercó a él y, de alguna manera, consiguió que salieran al jardín. Les seguí (si puedo cotillear, lo hago). Pero deseé no haberlo hecho. Les escuché TODO(OH MY GOD, ¿WHY?)
-Oye, Atsar tú me gustas-dijo Luara, más directa imposible.
-Me halagas, pero tú a mi no. Me gusta otra persona: la princesa Aliara.
Me fui. Corriendo. Encima, haciendo ruido ('ditos tacones). Preguntándome porque. ¿Porque no me había dado cuenta, porque les había seguido y porque, porque, porque? Me senté bajo un árbol. Ahora estaba confusa. ¿Me gustaba Atsar? Me levanté y volví a entrar. Todos me felicitaron (antes no les había dado tiempo). Y sonriendo me acerqué a Luara (ya había entrado) y le pregunté, disimulando, que que tal había ido todo. Me dijo (claramente) que mal. Después empezó la música y me fui a bailar con Atsar (quisiera o no, siempre me tocaba) intentando disimular. Al acabar hice una reverencia (bailes tradicionales de las islas) y me fui a sentar.  El vino conmigo.
 -¿Qué te pasa, Ali?
-Nada. ¿Por?
-Estás rara.
-Nop. ¿Jugamos al ajedrez?
-¿Vale?
-¡Te voy a apalizar!
-¿Si te gano yo me cuentas que te pasa?
-Vale, pero no ganarás.
Claramente, gané. Siempre ponen tableros de ajedrez desde que lo pedí a los cinco años. Juego bien. Mucho.
-Me  da lo mismo, ¿qué te pasa?-dijo Atsar, ganándose un pisotón por debajo de la mesa.
 Rato después acabó la fiesta. Dejé a Atsar en la mesa y fui a abrazar a Luara, que se iba. Acto seguido, subí a mi habitación y me acosté. Me dolía la cabeza. Esperaba no haber cogido la gripe.

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