sábado, 18 de agosto de 2012

Capítulo 4- Actor inesperado

-AAAAAAAAAAAAAAH- gritó la niña que hacía de mi. Lo cierto es que lo clavó. Pero después de eso, yo, que estaba entre bastidores con Atsar y Lía, me llevé un susto de muerte. Apareció la chica que hacía de Frolmo. Si ella estaba ahí... ¿quién estaba en el escenario? No tardamos en descubrirlo. Se bajó la capucha y nos miró. Jamás podría olvidar esos ojos. Rojos. Como el fuego. Mirándome dispuestos a matar a una niña de tres años. Frolmo. FROLMO. Tras casi doce años, había vuelto. Y empezó a hablar:
-He venido aquí para explicaros una cosa. Estos doce años he estado reuniendo un ejército. Y lo he conseguido. El día veinte atacaré este pueblo y el de los caballos con cuerno esos-Lía le echó una mirada de odio-. A no ser que me entregueis al rey o a la princesa- Atsar me miró. Yo le miré. Vi en su cara una cara de horror que probablemente tenía yo también. Volví a mirar al escenario-. Entregadme al rey o a la princesa y sobreviviréis. Si no, el día veinte os asidiaré. Y arrasaré el pueblo. Piedra a piedra. Solo quedarán escombros y polvo. Tenéis de plazo hasta el día 19 a las once de la noche. Os dejo un pequeño recordatorio- y, como adiós, quemó el escenario. Lo peor fue que la niña estaba aún ahí. Él se fue con una nube de humo. Antes de que nadie reaccionase, Atsar y yo cruzamos el escenario corriendo. Cogí a la niña con una mano, y con la otra apagaba el fuego (tenemos el poder del agua, ¿recordáis?) Corrí hacia bastidores y le di la niña a su hermana. En ese momento se unieron otros adolescentes del pueblo con el poder el agua y lo fuimos apagando. Para cuando los adultos reaccionaron ya habíamos apagado el fuego. El suelo estaba quemado, pero se podía cambiar. Todos los que habíamos ayudado a apagar el suelo nos abrazamos. Pero nos arrepentimos. Estábamos llenos de quemaduras. Pero habíamos salvado el teatro.
Yo, estresada, bajé y le dije a uno de los chicos que trabajaba en el castillo que fuese a comunicarle a mi padre lo que pasaba. En ese mismo instante. Obedeció. Yo me quedé organizando a la gente (se necesitaba). Primero a los médicos que había por ahí les fui llamando y fui tambien arrastrando a los que tenían quemaduras (no querían ir) con ellos. A Atsar le cogimos entre Lía y yo. Hasta que Lía no le pinchó con el cuerno en el culo no se movió un milímetro (ejejeje). En ese momento nos reímos todos. Y él se quedó rojo. Yo le cogí de la nuca y le llevé ante un doctor. Y me iba cuando me paró:
-¿Dónde crees que vas? Eres la que más se ha quemado. Siéntate aquí.
-Pero...
-YA
Me senté a su lado mientras me echaban pomada por brazos y piernas. En cuanto acabaron me levanté. Y apareció la niña para darme un abrazo me miró con su carita regoreta y yo sonreí. Era super mona. Apareció su hermana y también me dio un abrazo. Me dio las gracias por haber salvado a su hermanita. Yo dije que no era nada. Y en ese momento apareció mi padre.
-Veamos... Espero que nadie quiera entregarnos-todo el muno se puso a gritar. Claramente NO-. Bien pues... ¿Alguien tiene ideas para defender el pueblo?
Hablé yo:
-Sí. Construir una muralla al rededor del pueblo. Y que los habitantes el reino de los unicornios se alojen aquí hasta que pase la batalla.
-Buena idea... Mañana empezaremos las obras. Alguien en contra?
-NOOOO.
-Bien, entonces... Lianila, ¿te encargas de avisar a tu pueblo?
-Por supuesto que sí, señor.
Salimos el teatro y nos abrazamos. Atsar me acompañó a casa y yo le di las gracias por ayudarme a apagar el incendio, completamente roja. Le di un beso en la mejilla y entré.

1 comentario:

Va, comenta, que me alegras el día!