sábado, 22 de septiembre de 2012

Capítulo 13- Marionius

Sangre. Es lo único que vi cuando vi a Atsar. Por suerte no le había caido encima la dragona. Me tranquilicé. Estaba abriendo los ojos y mirándome confundido. Sonreí, aliviada. Tenía una gran herida en el pecho, pero nada más. No era profunda. De alguna manera le arranqué la manga de la camisa y se la puse en el pecho para tapar la herida. Me sonrió e intentó levantarse. Le puse una mano en el hombro y se lo impedí. Le sonreí con ternura y él hizo lo mismo. Le dejé tumbado Y fui a ver a la dragona. Definitívamente estaba muerta. Cogí una de sus escamas y la pusé en la cadena de mi collar, tapando el colgante. Brillaba y quedaba precioso. Mientras estaba girada, Atsar se había levantado y estaba abrazándome el cuello por detrás. Giré la cabeza y él me besó. Cuando nos separamos, le abracé, le cogí de la mano y fuimos hacia la muralla. En cuanto la vi me derrumbé. Se veía fuego por todas partes. La muralla estaba medio derrumbada. Me quedé de piedra. Atsar tiró de mi y me obligó a seguir. Deseó no haberlo hecho. Tropecé. Con un cadáver. El de la niña que hacía de mi. Las lágrimas corrían por mi rostro. Le miré. Y en ese momento pasó su hermana. Con lágrimas en los ojos y luchando. En ese momento cogí una espada del suelo y empecé a luchar.  Las lágrimas corrían por mi rostro y luchaba. Me había dado cuenta de que por mucha tristeza que tuviese en mi corazón tenía que luchar para evitar que la tristeza embargase los corazones de otros.  Nerviosa y prácticamente sin saber que hacer luchaba, con Atsar a mi lado. Entonces vimos venir a los hipogrifos. Yo me aparté del lado de Atsar y me aparté. Varios me siguieron, pero mataron a todos menos a una chica llamada Marionius. Era la jefa del ejército de los hipogrifos. Me clavé las uñas en la palma de la mano hasta hacerme sangre. Nervios. Solo necesitaba esa palabra para describir lo que sentía. Y alivio, porque Atsar no estaba luchando contra la jefa del ejército de los hipogrifos y no podía hacerse tanto daño... Como me podía hacer yo teniendo en cuenta contra quien luchaba. Puse una cara rara que significaba que me iban a a hacer pupita. Y me atacó con un ala envuelta en una armadura de hierro. Me dio en la barriga y me di contra un árbol.  Me puse de pie poco a poco y respirando forzádamente le miré. Le miré a los ojos y, sujetando la espada, que me pareció que pesaba muchísimo intenté atacarle. Se apartó y casi me caigo. Me apoyé en un árbol y le miré. Llevábamos dos minutos de pelea y ya me parecía que se me iba a salir el corazón. Era duro. Me puse las manos en la cintura y me incliné hacia delante, respirando lentamente y mirándole a los ojos. Atacó, yo no estaba preparada. Me acorraló. Pensé que todo estaba perdido. Pero las apariencias engañan.

3 comentarios:

  1. Me había dado cuenta de que por mucha tristeza que tuviese en mi corazón tenía que luchar para evitar que la tristeza embargase los corazones de otros. No es preciosa? Di que si :D Y di que soy cruel, que os dejo desesperados. Y decid que ya no me odiais.

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  2. AWWWWWW ESA FRASE ES PERFECTA,TIENES RAZÓN :DDDDDD JO,NO SABES QUE ALEGRÍA ME HA DADO LO DE ATSAR (por eso escribo en mayúsculas) Ah,y sí,ya vi que era yo ^^ Pero eso de ser mala...-.-

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Va, comenta, que me alegras el día!